miércoles, 19 de noviembre de 2014

Teeny Hell. Guillermo Martín Bermejo.

TEENY HELL

¿Qué clase de suelo pisan los muchachos de Guillermo? ¿Pisan realmente la tierra o más bien levitan en una especie de rondó enajenado? ¿Habitan la tierra los muchachos de Guillermo? Probablemente sus pies no dejen huella en el suelo pero su mirada pervive para siempre en nuestra memoria. ¿Y a quiénes miran esos muchachos? ¿Qué penas de amor o decepciones prematuras anidan tan temprano en sus pupilas?



Tristes y un poco tentadores en su piel soltera estos muchachos de ojos como almendras recién pulidas y cuerpos como juncos frágiles nunca acaban de llorar lágrimas sino perlas de la pena. En su piel es primavera pero hay una suave caída de otoño en sus párpados. Muchachos de un misterio sin gloria, prematuramente destinados al desengaño y a la afrenta porque el dolor tatúa su piel y la vergüenza a veces se adivina en su vestido.
¡Ninfos de ciudad, ángeles mortales de la calle, delicados y dolientes, Guillermo os canta porque sabe de vosotros, está en vosotros, es vuestro dueño! Ha cumplido años con vosotros y conoce la causa de cada una de vuestras heridas, el remedio de vuestra humana contingencia. Como mariposas en manos de un minucioso lepidopterólogo os ha ido prendiendo y clasificando con arrobo hasta formar la más exquisita colección de adolescentes en flor. ¿Quién, sino él, os ha dibujado alguna vez con tan oscuro y delicado trazo, con tal conocimiento de las debilidades de vuestros indefensos corazones sombríos, con tal misericordia?
Porque nacisteis bellos sois peligrosos y terribles y aun sin edad para la melancolía resultáis melancólicos a los ojos del que sabe que la belleza se evapora, a golpe de desengaños, como un correr del aire. Guillermo os ha dibujado suaves y mortales para que sepáis que la vida es un licor amargo que solo parece dulce a aquel que la ha bebido sin cuidado. Quizá el más listo de entre vosotros se sonría pero os digo que lo que allá, en vuestro incierto paraíso, era aliento, aquí, en nuestro pequeño infierno, es distancia. Recordadlo siempre: el dolor nos hace más fecundos.

Final de verano, Teeny Hell
                                                        


                                                       

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